¡Qué divertido!. Primero la miramos e inmediatamente dijimos:
¡Arena del desierto del Sahara!, ¡La trajo el Blanco!
La tocamos, jugamos y nos pusimos a hacer castillos de arena, con las manos y nuestros vasos (que luego lavamos muy bien).
Luego buscamos los libros que tenemos en clase que hablan sobre el desierto y le escribimos un correo al Blanco.
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